Page 242 - CUADERNO-2
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Pero el día de su cumpleaños, Taró desapareció de casa.
Caminó por los montes, atravesando torrentes y bosques,
hasta que llegó a la montaña donde vivía el dragón.
–¡Señor dragón! ¡Señor dragón!
–gritó con voz vibrante.
–¿Qué pasa? ¿Quién me llama? –pensó el dragón,
sacando la cabeza fuera de su enorme caverna.
–Hoy es mi cumpleaños y mi madre
preparará un montón de dulces –gritaba
el niño–. He venido para invitarte.
El dragón no podía creerse lo que oía y miraba
al niño gruñendo con voz cavernosa. Pero
Taró no tenía miedo y continuaba gritando:
–¡Señor dragón! ¿Vienes a mi
fiesta de cumpleaños?
Cuando el dragón entendió que
el niño hablaba en serio, se
conmovió y empezó a pensar:
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