Page 44 - CUADERNO-1
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El lugar escogido para su morada estaba cerca
de un lago, al lado de valles y montañas.
Los dioses, furiosos por la desobediencia
de la pareja, decidieron un castigo.
La princesa enfermó repentinamente,
y fueron vanos los esfuerzos de
Izcozauhqui por aliviarla. La mujer supo
que esa era la sanción de los dioses.
Antes de morir, la princesa le pidió a
Izcozauhqui que la llevara a una montaña
con el fin de estar junto a las nubes, para
que, cuando él regresara con su padre,
pudiera verla más cerca desde el cielo.
Fueron sus últimas palabras; después se
quedó quieta y blanca como la nieve.
El príncipe caminó días y noches hasta
llegar a la cima de la montaña. Encendió
una antorcha cerca de ella y la veló, como
si la princesa durmiera. Izcozauhqui se
quedó junto a ella, sin moverse, hasta
que murió. Ella se convirtió en la
mujer dormida (Iztaccíhuatl) y él en
el cerro que humea (Popocatépetl).
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