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LECTURA 3
Evaluación de lectura para el último día de práctica
6 a 8 9 a 12
La Mujer Dormida y el cerro
Popocatépetl
Tonatiuh, el Dios Sol, vivía con su familia
en el cielo, allí donde no se conocía la
oscuridad, ni la angustia. El hijo del
Dios Sol era el príncipe Izcozauhqui,
a quien le encantaban los jardines.
Un día el príncipe oyó hablar de los
lindos jardines del señor Tonacatecuhtli,
así que, curioso, fue a conocerlos. Las
plantas allí parecían más verdes y los
prados frescos y cubiertos de rocío. Al
descubrir una laguna resplandeciente, se
acercó a verla y allí se encontró con una
mujer que salía de las aguas, adornada
con vestidos de plata. Se enamoraron de
inmediato ante la aprobación de los dioses.
Pasaban el tiempo juntos, recorrían un cielo y
otro. Pero los dioses les prohibieron ir más allá.
Los enamorados conocían el cielo. La curiosidad
por saber qué había debajo de él hizo
que descendieran a conocer la tierra.
Allí la vida era diferente. El sol no
brillaba todo el tiempo, sino que
descansaba por las noches. Había más
colores, texturas, sonidos y animales
que en todos los cielos recorridos.
Los príncipes, al descubrir que la
Tierra era más hermosa que los
paraísos celestiales, decidieron
quedarse a vivir en ella
para siempre.
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