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LA MAGIA DEL PERDÓN
La tolerancia y la aceptación son una
ayuda inapreciable para llevar una vida
serena, sin forcejeos agotadores. Te dan
una visión distinta de la realidad y así
ahuyentas la ira, el odio y el negativismo.
Permaneces imperturbable cuando
otros maldicen y conservas la fe, mien-
tas otros blasfeman. Aceptas la cosas y a los otros así como son, y eres un ser
sensible sin perder la calma y el control.
Vives en una amorosa unión con Dios y con el universo y te sientes en comunión
con todos los seres. Los “males” no te hunden, los tomas como enseñanzas y los
aprovechas en tu avance espiritual.
Descubres que tu vida depende de tu respuesta, no de las circunstancias, y asu-
mes todo con amor. Reaccionas con sosiego y compasión, estás en paz y nada ni
nadie te aparta de Dios y de su amor.
HAY QUE PEDIR PERDÓN
Uno de los relatos más sugestivos de Jesús muestra a un padre y al hijo que
pide su herencia y se va de la casa. Es bueno aclarar que en esa época pedir la
herencia significaba desear la muerte del padre. Era un agravio fuerte, pero el
papá del relato entrega la herencia y deja que su hijo parta. Como es bien sabido,
este malgasta el dinero en el libertinaje y un día se queda sin un centavo.
Está solo, hambriento, toma conciencia y decide regresar, pedir perdón y ser tra-
tado como un peón. Pero el papá, tan pronto lo ve, sale feliz, lo abraza y organiza
una fiesta porque ha recuperado a su hijo. La parábola enseña que el perdón
se debe pedir y se puede otorgar, aunque el otro hijo no lo hace cegado por la
envidia y la dureza de su corazón. También muestra que lo común es cambiar
solo cuando se toca fondo. Ojalá leas el capítulo 15 de San Lucas y recuerdes
que pedir perdón no te rebaja, antes bien, te engrandece y ayuda al agraviado a
sanar las heridas.
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RELACIONES