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FALSOS PARADIGMAS
za depende de su integridad. Francis Fukuyama acentúa esto en su libro Trust
(Confianza), que bien podría haber titulado Honesty (Honestidad). Un buen
maestro en este tema es Stephen Covey con su libro El liderazgo centrado en
principios. Y los mejores guías son seres rectos como Jesucristo, Buda, Marco
Aurelio, Tomás Moro, Gandhi, Juan Pablo II, Teresa de Calcuta o Rigoberta
Menchú.
EL LÍDER PERMANENTE
Nadie nace, crece, se reproduce y muere líder. El liderazgo no
es algo inherente a las personas, se ejerce en circunstancias es-
peciales y por tiempos determinados. Una de las trampas que
evitan los líderes y los grupos es anclarse en un puerto, recor-
dando que los barcos son para navegar y que ningún capitán
es indispensable. El líder está atento para percibir que cuando
cumplió su misión ya estorba y debe partir. De lo contrario fre-
na al grupo y entra en su máximo nivel de incompetencia. El
liderazgo solo se ejerce con humildad y capacidad autocrítica.
El líder no se siente indispensable y de hecho no lo es. Como
dice un grafiti: “Nadie es indispensable. Atentamente: Nadie”.
EL LÍDER EN EL PEDESTAL
Una de las ideas más brillantes del experto en liderazgo es Ro-
nald Heifetz, de la Universidad de Harvard, quien muestra al
líder como alguien que sabe estar en el balcón y en la pista
de baile, en el campo de juego y en el asiento del entrenador.
Alguien que armoniza acción y reflexión. No se puede ejercer
liderazgo a distancia, sino en puestos de compromiso. Las per-
sonas solo siguen a aquellos que viven con apasionamiento lo
que dicen, y que con una misión y unos valores se entregan a concretar una vi-
sión. No conviene ver al líder como alguien que va siempre adelante y que mueve
a los demás.
El amor auténtico no es fácil, siempre es exigente.
Juan Pablo II
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EL LÍDER
































































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