Page 93 - 2 Pensar en positivo
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“El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”. Eleanor Roosevelt
Nada había sido una barrera para
ese joven que abandonó la casa pa-
terna con solo 16 años. Perseveran-
cia, voluntad y una enorme confian-
za en sí mismo, distinguían a quien,
el 4 de junio de 1896, echó a rodar
su propio carruaje autopropulsado.
Pero ese éxito no era para Hen-
ry más que una etapa en el largo
camino hacia la transformación del
modelo industrial de producción de
su época. Al día siguiente de haber
logrado que su cuadriciclo se mo-
viera por sí solo, ya trabajaba para
mejorarlo. Y era el primer síntoma
de una pasión que lo arrastraría de
bancarrota en bancarrota; también
de un temple de acero que lo em-
pujaría hacia arriba con más fuerza
luego de cada caída.
Primero fue la Detroit Automobile
Company la que quebró, a causa de
que Ford dedicaba sus horas a me-
jorar los diseños en lugar de vender
lo que producía la empresa. Luego,
la propia Henry Ford Company lo
vio marcharse cuando los inversores
decidieron contratar a un ingeniero
que se ocupara de producir un mo-
delo para la venta.
Convertida en Cadillac, la compa-
ñía que había fundado y abandona-
do Henry logró un récord de ventas
que podían haberlo transformado
en millonario. Pero no era esa la
meta que él perseguía, al menos en
ese momento. El inventor del cua-
driciclo quería fabricar un automóvil
de carreras. Casi nadie veía lo que
él sí había avizorado: una máquina
de altísima potencia era la puerta de
entrada a uno de los negocios más
millonarios que jamás vio el mundo.
Con una suma que no llegaba a los
28,000 dólares, reunidos entre
once inversionistas, el 16 de junio
de 1903 abrió sus puertas la Ford
Motor Company. Llegaba al merca-
do con una maravilla sobre ruedas:
el Ford 999, que recorrió una milla
en tan solo 39.4 segundos, batien-
do todas las marcas de velocidad en
tierra.
Eso no era todo. Henry Ford es-
taba diseñando, junto con su veloz
prototipo, un modelo de producción
industrial en serie, tan efectivo que
permitiría fabricar una gran canti-
dad de unidades diarias, y que aquel
joven granjero de Detroit pondría en
marcha hacia los años 30, revolucio-
nando al capitalismo mundial.
El Fordismo, como se conoció des-
pués al sistema de producción en ca-
dena inventado por Ford, hizo entrar
al mundo en un tipo de consumismo
que, por primera vez en la historia,
incluía al conjunto de la clase trabaja-
dora en el reparto del bienestar.
El capitalismo sumaba así a los
hacedores de su riqueza al cúmulo
de gente que veía engrosar sus be-
neficios. A su manera, Ford hacía
avanzar la historia.
Habrá otros casos. No impor-
ta la edad: si ellos pudieron, usted
también.
Historias de gente que sí pudo
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