Page 20 - 2 Pensar en positivo
P. 20
“Mirar bien en torno puede ser una costumbre. Elévala a la condición de virtud”. Giuseppe Tórtora
Capítulo 2
vida. Enfado, angustia, depresión,
ira y tristeza son los saboteadores
por excelencia.
El factor básico que determina el
hecho de que pongamos atención
en algo es el interés que nos provo-
que. El interés aparece cuando tiene
lugar para hacerlo. Confianza, ale-
gría, entusiasmo y paz interior son
parte del territorio en el que el inte-
rés habita. Las emociones positivas
son motivadoras del interés, y el in-
terés es el camino que nos condu-
ce a aprender, a crecer, a luchar por
nuevos objetivos.
William James, un brillante psi-
cólogo norteamericano, autor de
Principios de la psicología, una obra
fundacional en la materia, decía: “La
atención no es solamente la capaci-
dad mental para captar la mirada de
uno o varios aspectos de la realidad
y prescindir de los restantes. Es el to-
mar posesión por parte de la mente,
de forma clara y vívida, de uno de
entre los que parecen simultánea-
mente varios posibles objetos de
pensamiento. Su esencia está cons-
tituida por focalización, concentra-
ción y conciencia. Atención significa
dejar ciertas cosas para tratar efecti-
vamente otras”.
Aunque nosotros solo estamos
estudiando una de ellas, existen tres
tipos de atención:
– Activa voluntaria: la que nos
interesa, se desarrolla a partir de
un acto consciente y voluntario de
nuestra parte. Es el soporte funda-
mental del aprendizaje y de todas
las tareas que queramos llevar ade-
lante con eficiencia.
– Activa involuntaria: se denomi-
na así a la que es atraída por una
sensación muy poderosa que de-
termina una percepción fuerte y
sostenida.
– Pasiva: aparece cuando una si-
tuación o un objeto nos atrae, sin
que nos exija ningún esfuerzo.
Para concluir, sumemos un últi-
mo elemento que es fundamental
cuando hablamos de percepción y
de atención: se trata de la compren-
sión. Si algo ha impactado nuestros
sentidos pero resulta incomprensible
para nuestra mente, no habrá mane-
ra de que exista una decodificación,
un análisis de aquello que estamos
recibiendo.
Por ejemplo: alguien habla a nues-
tras espaldas. El sonido de la voz nos
insta a tratar de saber qué se está di-
ciendo, pero quien habla lo hace en
un idioma que no comprendemos.
Será imposible saber qué dice.
En el caso de la atención ocurre lo
mismo: si no comprendemos, no ha-
brá forma de sostenerla. Aquí resi-
de, precisamente, una de las mayo-
res preocupaciones de la ciencia de
la educación. La didáctica es la espe-
cialidad que se ocupa de estudiar las
formas más apropiadas de comuni-
cación entre el docente y el alumno.
No existe enseñanza ni aprendizaje
fructífero si el alumno no compren-
20