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“Que tu ímpetu vital te vuelva tierno y fresco, como tierno y fresco es un niño recién nacido”. Lao
Tsé
Blacker, un entrenador de basquet-
bol de las ligas juveniles, narraba
hace tiempo una experiencia que
podría resultar difícil de compren-
der. Robert era un joven de 2.04
metros de altura, delgado, atlético
y sumamente hábil con el balón.
Charles, en cambio, medía apenas
1.87 (lo que para este deporte suele
ser una baja estatura) y aunque era
tan hábil en el juego como Robert,
tenía sobrepeso y un físico poco do-
tado para el deporte.
Paul no tenía dudas de que Robert
habría de convertirse en la estrella
del equipo, y que Charles jamás de-
jaría de ser un jugador de segunda
categoría. Un año más tarde, sin
embargo, la realidad había dejado
atónito al entrenador: Charles era la
figura indiscutida del equipo. ¿Qué
había ocurrido en ese lapso?
Muy simple: Robert era abúlico,
entrenaba poco, se deprimía cuando
el juego no lo favorecía y tenía una
marcada tendencia a autogratificarse
rápidamente. Charles, por el contra-
rio, llegaba a las prácticas antes que
nadie, reemplazaba su falta de altu-
ra por concentración, sacrificio y una
precisión asombrosa en los lanza-
mientos, técnica que había adquirido
gracias a horas y horas de práctica.
El final de la historia que narra-
ba Paul resultaba previsible: Robert
abandonó el deporte, deprimido
porque no había logrado convertirse
en un jugador importante, y Charles
pasó a jugar en las ligas mayores.
Aquí, las condiciones físicas pre-
existentes de Robert podrían equipa-
rarse con el cociente intelectual de
una persona. El empeño, la volun-
tad y las ansias de triunfo de Charles
fueron definitorios, compensaron y
hasta superaron sus limitaciones ini-
ciales. La meta siempre estará tan
cerca o lejos como la veamos.
Pongamos primera
La voluntad (tema en el que profundi-
zaremos en el siguiente capítulo), tal
cual la define sintéticamente la psico-
logía, es la capacidad que el hombre
tiene para llevar adelante acciones,
aunque no satisfagan sus deseos o
necesidades de ese momento.
Arthur Schopenhauer, por su par-
te, sostiene que el principio que go-
bierna al mundo es una fuerza todo-
poderosa a la que él llama voluntad.
Es la suma de las voluntades indivi-
duales de todos los seres que habitan
el Universo, una suerte de principio
que deliberadamente excluye la ra-
cionalidad, la mente, la lógica.
Otro de los elementos a los que
nos hemos referido (incluso en el
ejemplo de los basquetbolistas) es la
perseverancia, es decir, la capacidad
que tenemos para enfrentarnos a los
problemas y a las frustraciones que
pueden cruzarse en nuestro cami-
no hacia la meta anhelada. La per-
severancia nos dotará de fortaleza y
madurez. Además, podremos com-
probar que, pese a las dificultades,
El ansia de triunfo
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