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“No hay secretos para el éxito. Este se alcanza preparándose, trabajando arduamente y aprendiendo
del fracaso”. Colin Powell
Capítulo 9
arrojó al cesto, sino que le dio vuel-
ta, escribió en él y, paladeando con
una sonrisa su propia respuesta, se
la dio a un criado para que la llevara
a la remitente.
La noble señora leyó: “George
Bernard Shaw tiene el agrado de
comunicarle a Lady… que él hará
exactamente lo mismo”.
Golpe a golpe
Si alcanzar un objetivo largamente anhe-
lado exige soportar frustraciones y fra-
casos en el camino, ¿por qué los triunfa-
dores conservan el humor y no reniegan
de las piedras con que se han topado?
Simple: el espíritu ganador de una per-
sona le hace saber que los golpes y los
errores son sus grandes maestros; son
quienes le marcan el verdadero rumbo.
Reírse de uno mismo
Esta anécdota solo se puede enten-
der en castellano.
Otro célebre dramaturgo español,
Jacinto Benavente (1866-1954), era
asediado también por las mujeres,
aunque su debilidad no era precisa-
mente la compañía femenina.
Como fuera, lo cierto es que en
1920 y en el pináculo de su fama,
ciertas damas lo instaban a dar una
conferencia en el Lyceum Club de
Madrid. Dueño de un ingenio singu-
lar, Benavente agotaba las mil excu-
sas para no concurrir al convite.
En cierta ocasión una de ellas,
creyendo tener un argumento irre-
futable, le dijo:
—Pero don Jacinto, ¡no necesita
usted preparar ningún tema en es-
pecial! ¡Con lo que nos diga, noso-
tras nos quedaremos encantadas!
Sin pensar, el autor respondió:
—¡Pero mi buena señora! ¡Yo no
puedo aceptar ir a hablar a tontas y
locas!
La mujer se fue ofendida.
Benavente había usado una frase
española muy popular, “a tontas y
locas” que significa “de manera im-
provisada”. Cuando sus amigos le
hicieron entender el equívoco, el au-
tor se rio a más no poder de sí mis-
mo, tildándose de torpe, él, que dos
años después ganó el Premio Nobel
de Literatura.
A tal punto es importante la risa,
que grandes corporaciones japone-
sas, preocupadas por el humor de
sus empleados y la incidencia de
este en los negocios, han decidido
contratar “instructores para reír”.
Así, conceden unos minutos del día
laboral al ejercicio del humor. La dis-
tensión que este procura redunda
en beneficio de la productividad y
los buenos resultados. Sonría, en-
tonces. Se hará más agradable y lo-
grará mucho más que con un gesto
siempre adusto.
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