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“La responsabilidad acrecienta el respeto que uno siente por uno mismo”. Lea Thompson
Capítulo 4
y “No me interesa escucharte”.
Estamos demostrando intolerancia y
necedad, ganándonos así la falta de
respeto del otro.
Mostrarnos amables y corteses
en todo momento
Con mucha frecuencia se confunde
la firmeza con el maltrato o la irres-
petuosidad. Ser firme significa estar
convencido de lo que se piensa y, por
lo tanto, no temerle a los argumen-
tos contrarios y renunciar a la desca-
lificación del otro. La amabilidad es
una excelente manera de demostrar
que, aunque no se coincida con la
opinión de una persona, se respeta
no solo su derecho a disentir, sino su
condición de igual. Nos exhibimos
así plurales y tolerantes.
No juzgar los atributos
personales de quien disiente con
nosotros
Es muy habitual que por las cir-
cunstanciales opiniones de alguien,
pongamos en entredicho su calidad
humana. Esta actitud que saca a re-
lucir un pernicioso simplismo nos
conducirá a cometer un error tras
otro cuando debamos valorar a un
semejante. Suponer que ciertas opi-
niones respecto de un determinado
tema nos bastan para formar un jui-
cio acabado sobre alguien es una cla-
ra muestra de ignorante arrogancia.
Los griegos lo sabían
El respeto por el otro, o los otros, fue
el primer pilar que debió levantar la es-
pecie humana para poder vivir, prime-
ro en pequeñas comunidades y luego
en países. Aprender a respetar leyes,
normas y reglas de convivencia fue, sin
dudas, uno de los caminos más difíci-
les de transitar. El hombre debió dejar
a un lado el egoísmo para aceptar que
sus necesidades eran parte de las de
un conjunto social y no estaban por
encima de las de los demás. Tuvo que
aprender a verse a sí mismo como una
hebra en un gran tejido interdepen-
diente. Este fue el gran avance de la
polis griega.
El paso del tiempo y el desarrollo de
la humanidad dejaron perfectamente
claro que fueron aquellas sociedades
que más y mejor pudieron comprender
que el respeto mutuo era la punta de
lanza del bienestar y del progreso las
que, efectivamente, mejores estánda-
res de vida alcanzaron. Hoy los grados
de desigualdad y marginación, o sea,
de falta de respeto por el semejante,
son los que miden el grado de retraso
que tienen los países en el mundo.
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