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Capítulo 2
Administrar provechosamente nuestro tiempo
es una de las maneras más eficaces que
tenemos para lograr propósitos, desarrollarnos
y alcanzar una mejor calidad de vida, tanto
para nosotros como para quienes nos rodean.
Si bien no hay certezas plenas
al respecto, se cree que fueron
los egipcios quienes crearon el
primer calendario, unos 4,000 años
antes de Cristo. A partir de enton-
ces, todas las civilizaciones antiguas
se ocuparon de diseñar su particular
forma de medir el paso del tiempo.
El calendario, con sus días, meses
y años, tenía por función regular la
vida civil, laboral y religiosa. Medir
y administrar el paso del tiempo se
consideró, ya desde aquellas épo-
cas, esencial en la vida de una so-
ciedad.
Para el hombre moderno, la ad-
ministración del tiempo (ese recurso
limitado y valioso) pasó a ser un mo-
tivo de seria preocupación. Frases
como “siempre me falta tiempo” o
“las horas del día no me alcanzan”
integran el discurso cotidiano. Pero,
¿cómo pasar a una relación positiva
con ese fluido aliado?
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