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“Haz lo que temes y la muerte del temor será segura”. Ralph Emerson
Capítulo 8
novar, que asume riesgos; no es un
irracional.
Pocos se atreverían a decir que, por
ejemplo, Isaac Newton, Arquímedes,
Albert Einstein o Thomas Edison, en-
tre otros que produjeron enormes
saltos en la evolución científica de la
humanidad, eran irrazonables.
Preferimos, en cambio, la opinión
de un prestigioso psicólogo estadou-
nidense, Paul Tourrance, que afirma:
“La vida en sí misma es una cuestión
riesgosa. Si pasáramos la mitad del
tiempo que usamos en evitar riesgos
aprendiendo a asumirlos, no senti-
La acción y la razón
“La acción rápida es recomendable des-
pués de la reflexión, que es un acto de
la razón. Pero si uno quisiera obrar rá-
pidamente sin reflexionar, no será algo
laudable, sino vicioso. Sería, en efecto,
una precipitación en el obrar… Por eso
la audacia, que coopera en la rapidez
de la acción, es laudable en cuanto esté
ordenada por la razón”.
Santo Tomás (Summa Theológica)
ríamos tanto temor en la vida”.
De eso se trata, precisamente. El
audaz ha calculado los posibles ries-
gos y decide asumirlos, a diferencia
del conservador, del timorato. Se
atreve porque calibra que sus posi-
bilidades de éxito son importantes,
y como cree que puede alcanzar el
objetivo deseado, deja de lado el te-
mor o este es más pequeño que el
deseo de superación.
Digamos, en suma, que la auda-
cia es la cara atrevida de la fortaleza,
de la templanza, de la autoestima.
Es la interpelación al miedo y a los
preconceptos. Se es audaz solo si se
es emprendedor y si se tiene la cuo-
ta necesaria de inconformarse para
animarse a más, para saltar cánones
establecidos.
Voluntad, perseverancia, pa-
ciencia y audacia conforman las
cuatro patas de la mejor mesa de
la que puede disponer el hombre.
También es cierto que el audaz no
deja en manos del azar el destino
de sus proyectos, como dijo algu-
na vez Erasmo de Rotterdam: “La
fortuna favorece a los audaces”.
La fortuna es eventual y ayuda,
pero no es un término que debe
considerarse de entrada.
Por último, deberíamos agregar
que, sin discusión alguna, la auda-
cia está indisolublemente ligada a
la seguridad que tenemos de noso-
tros mismos, pero al mismo tiempo,
como en un proceso de ida y vuelta
o de realimentación, la audacia in-
crementa y fortalece dicha seguri-
dad, haciéndonos aún más audaces.
¿Cuál fue su última audacia?
Hay un sueño que depende de
ella. ¡Atrévase!
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