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“El cielo nunca ayudará a aquellas personas que no actúan”. Sófocles
Capítulo 5
falta de objetivos que la satisfagan,
reacciona con enojo hacia sí misma
y decide iniciar un cambio con toda
determinación. Es precisamente ese
enojo el que la lleva a impulsarse
con un ímpetu tremendo.
Una definición
El diccionario define la palabra ímpetu
como “un movimiento fuerte, acelera-
do y violento”. También dice que es “la
energía y eficacia con que se desempe-
ña algo”.
Pero existe otra definición mucho
más ajustada a las características de los
emprendedores: “Energía o resolución
con los que una persona obra o actúa”.
Goleman define con elocuencia
cuáles son, entonces, las reacciones
que el enojo provoca en un indivi-
duo: “El enojo aumenta el flujo san-
guíneo en las manos, haciendo más
fácil empuñar un arma o golpear a
un enemigo también aumenta el rit-
mo cardiaco y la tasa de hormonas
que, como la adrenalina, generan la
cantidad de energía necesaria para
acometer acciones vigorosas”. Por
lo anterior, en este específico caso
del ímpetu, vemos que, si bien no
es lo más frecuente, ese empuje que
conduce al logro de una meta pue-
de llegar incluso por vías sorpresivas.
Otra cuestión verdaderamente
decisiva al momento de hablar del
ímpetu es la permanencia de ese
empuje a lo largo del tiempo. Suele
ocurrir que cada vez que se encara
un nuevo proyecto, el ser humano
tiende a entusiasmarse, a enamorar-
se del mismo, y comienza el sendero
con un extraordinario ímpetu. Para
quien lo observa desde afuera pare-
ce que dispone de una turbina que lo
llevará volando a la meta. Sin embar-
go, al cabo de un tiempo ese empuje
inicial se va diluyendo y del ímpetu
va quedando poco hasta convertirse
en nada.
Por esta razón, es fundamental
que los bríos iniciales que se impri-
man a las acciones puedan ser sos-
tenidos en el tiempo. Valorar co-
rrectamente el monto de energía
que uno está dispuesto a invertir, de
modo constante, se erige en una de
las claves del éxito, y en una de las
formas de evitar frustraciones inne-
cesarias. Encontrarse pensamientos
tales como “ya no tengo fuerzas
para seguir con el mismo empuje”,
puede dañar la voluntad y volver
más espinoso el sendero.
Siempre es preferible hacer un tra-
bajo adecuado de introspección, mi-
diendo con rigor el monto de ener-
gía disponible, para luego actuar en
consecuencia.
Nunca debe olvidarse que el ca-
mino para alcanzar el éxito verdade-
ro, el éxito sólido —no el casual y es-
porádico—, por lo común es largo.
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