Page 165 - LUGARES FANTASTICOS
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siete estuches con cubiertos de oro, en su lugar le colocaron una cuchara,
un tenedor y un cuchillo sencillos. El hada vieja aceptó molesta, lanzando
injuria en voz baja. Una de las hadas jóvenes alcanzó a oír lo que decía y,
temiendo que perjudicara a la princesita, se escondió detrás de una cortina
cuando fueron a otorgar sus dones a la recién nacida. Pensó que, si era la últi-
ma en pasar, podría reparar cualquier hechizo maligno que la vieja hiciera.
Una por una, las hadas fueron concediendo virtudes a la Princesa:
la primera deseó que la pequeña se convirtiera en la más bella del
mundo; la segunda, que se pareciera a un ángel; la tercera, que todo
lo hiciera con gracia y fuera admirada por ello; la cuarta, que bailara
como ninguna; la quinta, que cantara como un ruiseñor y la sexta, que
tocara toda clase de instrumentos. Como la séptima estaba escondida,
le tocó el turno al hada vieja. Muy enojada, gritó su deseo:
—Cuando la Princesa hile lana con un huso, éste le pinchará la
mano y ella morirá.
Entonces el hada joven salió de su escondite y exclamó:
— ¡La Princesita no morirá! Aunque no tengo el poder necesario
para deshacer totalmente este cruel hechizo, puedo, en cambio,
modificarlo; así que en vez de morir, caerá en un profundo sueño
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