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El juego como incentivo
al aprendizaje
El juego como fenómeno primario está relacionado con la persona, afectándola de manera
emocional, volitiva o cognitiva; y a su vez puede adoptar funciones especiales como juego
didáctico-pedagógico o terapéutico. El juego ha de cumplir sus funciones más importantes:
ser el terreno para el despliegue de las facultades propias de la edad y un medio efectivo de
socialización.
Por otra parte, las competencias son aquellos procesos a través de los cuales las personas
realizan actividades y resuelven problemas propios del contexto o la situación en la que se
encuentran inmersas. El enfoque de las competencias en la educación se orienta a formar se-
res humanos con aprendizajes conceptuales, procedimentales y de actitudes que les permitan
alcanzar las metas que se propongan en la vida.
Aquí es donde podemos hablar de la relación existente entre las competencias académicas y
la función del juego en los niños. El juego es una ruta para el desarrollo integral de compe-
tencias en el hombre actual. El juego, por sí mismo, despierta en el niño la capacidad para
resolver problemas (ya que en muchos casos un juego no tiene una diferenciación clara ante
lo que podrían ser situaciones reales de trabajo o de estudio), valorar riesgos, tomar deci-
siones (el juego es una actividad libre, voluntaria), trabajar en equipo, asumir el liderazgo,
relacionarse con los demás, comunicarse, entender otras posturas ante la vida y, en resumen,
aprender a aprender.
El juego es el resultado de un acuerdo social establecido por los jugadores, es una actividad
necesaria por su gran importancia en la esfera social, puesto que permite ensayar conductas
sociales; y a su vez es una herramienta útil para adquirir y desarrollar capacidades intelectua-
les, motoras o afectivas y todo esto se debe realizar de forma libre y gustosa, sin obligación
de ningún tipo y requiere de tiempo y espacio adecuados para realizarlo.
V I V A J U E G O S R O J O
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