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mucha gracia a la niña, porque
se le escapó una risita. El bebé
respondió riendo también y
haciendo pucheros, mismos que
fueron imitados por Manolita
después.
Cuando llegó la abuela se encontró
con sus dos nietos jugando a su
manera.
–Abuelita, ¿podemos sacar a
Bartolomé de la hamaca? Me
gustaría jugar en la alfombra con
él– dijo la niña.
Y así fue como Manolita descubrió
que tener un hermano era el mejor
regalo del mundo.
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