Page 43 - CUADERNO-3
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–Hay niños pequeños y señores mayores, deben
tener cuidado para no hacerles daño –les dijo.
María pudo escuchar toda la conversación entre el policía
y los chicos. Ellos estaban un poco avergonzados y
prometieron no volver a hacerlo. El policía les recordó que,
en las ciudades, todos teníamos que convivir intentando no
molestar a los demás. Les dijo que en el parque había muchos
tramos de carril para las bicis y que incluso iban a construir
más. También les recordó que tenían que llevar siempre el
casco, porque si se caían podían hacerse mucho daño.
En cuanto bajó su madre, María, que había escuchado
muy atentamente las palabras del policía, le dijo que
fueran directamente al parque a usar el carril de las bicis.
Al llegar, lo primero que hizo fue abrocharse el casco
y ajustarse bien las rodilleras y las coderas. Dio tres
vueltas al parque y subió y bajó unas rampas que
habían puesto en una de las zonas infantiles.
Pasó una tarde estupenda y todavía lo fue más
cuando su madre le dejó merendar uno de sus
helados favoritos: de vainilla con chocolate.
De vuelta a casa, María volvió a ver al
mismo policía. Esta vez no estaba regañando
a los chicos de la bici, sino a una conductora
que, con su furgoneta, había pasado
demasiado cerca de un grupo de ciclistas.
De hecho, uno que iba un poco distraído
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