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edad que se preparaban para las batallas. Y hablaban también de
batallas, de las que Marco leyó tanto que se convirtió en un experto. En
aquellos libros aprendía tantas cosas, que no paraba de leerlos uno tras
otro. Y Marco, siendo apenas un niño, empezó a darse cuenta de que sus
libros le estaban convirtiendo en uno de los mayores sabios del
reino. Pronto comprendió que nadie había sustituido al gran mago
porque estaban tan ocupados aprendiendo a luchar que apenas
dedicaban tiempo para aprender a leer correctamente. Y pensó
que había llegado el momento de enfrentarse a la palabra salvaje.
Hacía años que nadie lo intentaba y todos acudieron emocionados a
la gran plaza. Marco abrió el libro y por fin vio la palabra:
“Hiktrikostakuntijagoni“.
Marco reconoció la palabra inmediatamente y sonrió de oreja a oreja
¡Qué fácil! ¡Y qué listo había sido el mago! Aquella palabra no
significaba nada por sí misma. Solo era el título de uno de los libros más
raros y escondidos que había en la biblioteca, uno que le había encantado
a Marco. Un libro lleno de palabras raras que explicaba las mejores
técnicas de lucha contra ogros, brujas y dragones, con sus puntos débiles y
todo lo necesario para derrotarlos fácilmente. Marco corrió a
buscarlo a la biblioteca y descubrió un mensaje oculto en su última página:
“Yo, el Gran Mago, te nombro a ti, seas quien seas, mi sucesor. Y
comparto contigo el mayor de mis secretos: nunca fui mago. Todo el
poder que tuve vino de lo que aprendí en estos libros, como lo has hecho
tú. Este libro solo completa ese poder ayudándote a parecer
mágico, pues los brutos soldados no seguirían a un simple sabio, pero sí
a un poderoso mago”.
Marco comprendió entonces para qué servían todas aquellas palabras
raras. No eran más que falsos hechizos, un simple truco para conseguir un
líder sabio.
Y así fue como Marco, soldados del reino hacia la sabiduría que el mago que nunca fue la victoria, y a vivir mil descubrió en los mago, llegó a dirigir a los
y una aventuras gracias a
olvidados libros de una
biblioteca.
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