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AMOR
EL ARTE DE ADMIRAR
Ejercítate en el arte de admirar y sentirás una sensación de euforia apreciando cuali-
dades ajenas y descubriendo tantas maravillas. El amor comienza con la admiración
y sin ella se marchita. Como dijo alguna vez el poeta inglés William Blake: “Los ojos
del tonto no ven lo mismo que los ojos del sabio”, y eso es cierto. ¿Qué ves en ti mis-
mo, en los otros y en la realidad? ¿Cómo está tu capacidad de asombrarte y regalar
elogios sinceros? Ten presente que al pulirte mueves a los que te aman a admirarte y
cuando no te cuidas, siembras tedio y desdén y tu camino es una suma de desdichas
y desaires.
Hay una prueba interesante que ojalá practiques con los seres queridos y los amigos:
se trata de preguntarle a alguien de qué color son los ojos de una persona conocida,
algo que le guste mucho y algo que tema. Hazlo y notarás que muchas personas se
quedan perplejas sin poder responder. Así es, oímos sin escuchar y miramos sin ver
en un mundo acelerado. Ojalá captes que “Los ojos no sirven de nada a una mente
ciega”, proverbio árabe.
EL AMOR HACE MILAGROS
Tú vives más y mejor cuando abres tu alma, despierta tu asom-
bro y decide ver milagros. El poeta Walt Whitman vivía así, por
eso solía afirmar: “Por lo que a mí toca, no sé más que de mi-
lagros”.
Para lograr esto, hay que dejar de mirar la vida con modelos cien-
tíficos y racionales. La verdad es que todo se ilumina cuando
tú asumes una actitud de admiración y permanente asombro.
Saber vivir es cultivar el arte de ver y hacer milagros no
solo en el cosmos, sino en los objetos más sencillos. Detente
ante un vaso, un celular o un lápiz, ve lo que nunca has visto
y piensa qué sería de tu vida sin tantos regalos. El tedio y la
melancolía lo sofocan si te acostumbras a las maravillas y te
vuelves inconforme.
Un simple guijarro es una fantasía y también lo es un cielo es-
trellado. Ánimo, elige ver milagros y multiplicarlos con actos de
puro amor...
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