Page 108 - 2 Pensar en positivo
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“La luciérnaga brilla cuando vuela; la mente también”. Bailey
Capítulo 13
Complicaciones domésticas
He aquí una bonita complica-
ción de la vida diaria que la bue-
na ama de casa resolvió en un
minuto, pero que llevó a un ma-
temático al límite de la locura.
Smith, Jones y Brown eran gran-
des amigos. Después de la muer-
te de la esposa de Brown, su so-
brina se hizo cargo de la casa.
Smith también era viudo y vivía con
su hija. Cuando Jones se casó, él y su
esposa sugirieron que todos vivieran
juntos. Cada uno del grupo (hom-
bre y mujer) debía contribuir con
$25 el primero de cada mes para los
gastos, y lo que quedara sería divi-
dido equitativamente a fin de mes.
El gasto del primer mes fue de $92,
y cuando se distribuyó el sobran-
te cada uno de ellos recibió igual
número de dólares, sin fracción.
¿Cuánto dinero recibió cada uno y
por qué?
SOLUCIÓN
La señora Jones era la hija de Smith
y la sobrina de Brown, de modo
que solo había cuatro personas.
Se reunieron $100, se gastaron $92,
y cada uno de ellos recibió $2 cuan-
do se distribuyó el excedente.
Más desafíos para
pensar...
¿Bueno con los números?
Le proponemos un divertido ejer-
cicio: usando solo las operaciones
básicas (suma, resta, multiplicación
y división), y cuatro veces el número
4, consiga los números del 0 al 9.
Por ejemplo: para llegar al número
15 la operación podría ser:
(4 x 4) - (4 / 4) = 15
SOLUCIÓN
0 = 4 – 4 + 4 – 4
1 = (4 / 4) x (4 / 4)
2 = (4 / 4) + (4 / 4)
3 = (4 + 4 + 4) / 4
4 = ((4 – 4) x 4) + 4
5 = ((4 x 4) + 4) / 4
6 = 4 + ((4 + 4) / 4)
7 = (4 + 4) – (4 / 4)
8 = 4 + 4 + 4 – 4
9 = 4 + 4 + (4 / 4)
Una de aventuras
En la Edad Media, un espía del rey
Arturo debía entrar a un castillo para
conocer los planes de sus enemigos.
Al llegar, descubrió que las puer-
tas estaban cerradas. Entonces se
dedicó a esperar con el fin de ob-
servar cómo hacían los demás para
franquear la entrada.
Llegó un soldado a las puertas del
castillo, y el vigía le gritó:
—¡Dieciocho! —A lo que el sol-
dado contestó:
—¡Nueve!
Enseguida se abrieron las puer-
tas... Al tiempo llegó un campesino,
y el vigía le dijo:
—¡Catorce!
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