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El señor, el niño y el burro
Venía un señor por el camino con
un niño como de once años, que
era su hijo, y venía también un
burro, que le servía al señor para
cargar leña. Pero el señor ya había
vendido la leña y además estaba
cansado, de manera que se montó
en el burro.
En esto se encuentran con unas
personas que venían por el mismo
camino. Y cuando ya pasaban, el
señor oyó que decían: “¡Qué viejo
tan egoísta! Va él muy montado en
el burro, y el pobrecito niño a pie.”
Entonces el señor se bajó del burro
y le dijo al niño que se montara.
Caminaron así un rato, el niño
encima del burro y el papá a un
lado, a pie, cuando en esto se
encuentran con otras personas.
En el momento de pasar, el señor
oyó que decían: “¡Qué muchacho
tan malcriado! Va él muy montado
en el burro y el pobrecito viejo a
pie.” Entonces el señor le dijo al
niño que se bajara del burro.
Siguieron así un rato, caminando
los dos un poquito detrás del
burro, y en esto que se encuentran
con otras personas y cuando ya
pasaban, oyó el señor que decían:
“¡Qué par de tontos! Va el burro
muy descansado, sin carga, y a
ninguno se le ocurre montarse.”
Entonces el señor se volvió a montar
y le dijo al niño que él también se
montara. Así iban, moviéndose los
dos al mismo tiempo con el paso
del burro, y en esto se encuentran
con otras personas que venían por
el camino. Cuando ya pasaban, el
señor oyó que decían: “¡Qué par
de bárbaros! El pobrecito burro ya
no puede con la carga.”
Entonces el señor se quedó
pensando un rato y finalmente le
dijo al niño: “¿Ya ves, hijo? No hay
que hacer mucho caso de lo que
diga la gente.”
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