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Fleming y la penicilina
Ese día en clase de ciencias tocaba hablar de grandes descubrimientos.
A Carlos le encantaba conocer historias sobre inventos y hallazgos que
habían cambiado el mundo, así que estaba muy contento e impaciente
por saber de quién o qué iban a hablar. La profesora empezó la clase con
una pregunta:
–¿Han escuchado alguna vez la palabra penicilina? Seguro que sí. ¿Saben
para qué se usa o quién la descubrió? ¿Saben que hay personas que son
alérgicas, como otras lo son a la leche? Ahora lo vamos a ver porque es
muy interesante.
La maestra explicó a la clase que la penicilina es un antibiótico que
hoy día usamos en todo el mundo para curar diferentes enfermedades.
Lo descubrió en 1928 el bacteriólogo escocés Alexander Fleming. Tras
participar en la Primera Guerra Mundial, a los 20 años, usó el dinero
que había recibido de una herencia para estudiar medicina en Londres.
Durante toda su carrera se centró en lograr que el cuerpo humano se
defendiera de las bacterias y de las infecciones que estas provocaban a
las personas.
La verdad es que la historia de cómo descubrió la penicilina es muy
graciosa, porque Fleming hizo este hallazgo tan importante para el mundo
de la medicina por pura casualidad. Lo que estaba haciendo en realidad
era cultivar unas bacterias en su laboratorio para luego poder estudiarlas.
Lo que ocurrió es que se le contaminaron sin querer por culpa de un
hongo que se llamaba Penicillium Notatum.
Fleming se dio cuenta de que este hongo, cuando se juntaba con las
bacterias, las mataba e impedía su reproducción. El bacteriólogo pensó
que si este hongo combatía las bacterias en su laboratorio, también
podía hacer desaparecer las que provocaban tantas enfermedades a las
personas.
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