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enamorados al cielo y así Itzamná pasó a ser el Dios Sol, e
Ixchel pasó a ser su esposa y, al mismo tiempo, la Diosa Luna.
En agradecimiento, y como una prueba de su amor por
Ixchel, Itzamná le dio brillo a la noche con las almas de
esas doncellas, que son las estrellas más brillantes:
–Amor mío, te regalo la noche y las estrellas
que la iluminan –dijo Itzamná, Dios Sol.
Se dice que en cada Fuego Nuevo la diosa Ixchel
renace y permite a las doncellas enamorarse
y dar como fruto de ese amor un hijo;
es por eso que también es considerada
diosa del parto y la fertilidad.
La gente del desaparecido pueblo Xcaret
cree que cuando un alma de noble
corazón muere, se convierte en una
estrella. Por eso en cada Fuego Nuevo
le dedican una ofrenda, para que la
diosa perdone lo que hayan hecho y
puedan aspirar a convertirse en una de
las estrellas que iluminan su camino.
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