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“El optimismo es un elemento vigorosamente constructivo, cuya influencia en el individuo equivale
a la del sol en la vegetación”. Orison S. Marden
Capítulo 5
deseo de superación, esa disposi-
ción de esfuerzos que hace que uno
se vea ganador desde el comienzo y,
por ello, en poco tiempo lo sea.
“Yo voy a ganar”
“El sendero hacia el éxito y el triunfo
se vuelve usualmente solitario y esca-
broso porque, en su gran mayoría, los
seres humanos no están dispuestos a
enfrentar y vencer los obstáculos que
se ocultan en ellos. La propia capacidad
de dar ese último paso cuando estamos
cansados y agotados es la cualidad que
separa y diferencia a los ganadores de
los demás corredores y competidores”.
Edward Le Baron
Una actitud que potencia
Quien logra adquirir el deseo de ga-
nar, por convicción propia o por el
entusiasmo bien transferido por su
líder y luego interiorizado:
•
No mira a los costados para ver
qué ventaja tienen sus competi-
dores. Estimula y valora la propia.
•
Toma como instancias pasajeras
los errores, aprende de ellos y rea-
firma sus deseos de no repetirlos.
•
Se encamina confiado (no se
duerme, “se encamina”) hacia
lo que cree merecer y se esfuerza
por merecerlo aún más.
•
Sabe que va a ganar y no se deja
mecer por los cantos de sirena de
los triunfos intermedios, impor-
tantes, sí, pero tan transitorios
como pueden ser los fracasos.
El que tiene voluntad ganadora es
optimista por naturaleza.
El optimista podrá sentirse triste si
debe atravesar un momento desgra-
ciado, pero jamás lo derrotarán la
desesperanza ni el desaliento. El pe-
simista, en cambio, puede vivir mo-
mentos de gran alegría, pero lo hará
con la sensación de que son fortui-
tos y de que en breve la realidad se
tornará lúgubre y desalentadora.
El optimista, el ganador por ins-
tinto, cree en sí mismo y en los de-
más, pero analiza con cuidado las
respuestas que recibe de aquellos
en quienes ha confiado. El ingenuo,
en cambio, también confía en los
demás, pero es incapaz de percibir
señales que lo deberían llevar a po-
nerse en guardia.
Quien desea ganar centra su es-
fuerzo en la búsqueda de soluciones
y alternativas favorables por una ra-
zón fundamental: está convencido
de que siempre las hay. Allí radica
su fuerza, en una lectura completa
y acabada de la realidad. Porque,
efectivamente, suponer que ante un
problema nada puede hacerse y que
solo nos resta aguardar disgustos y
dificultades es observar la realidad
con un solo ojo; es descartar de an-
temano la paleta de alternativas y
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