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“El amor como principio, el orden como base, el progreso como fin”. Auguste Comte
zigzagueante de la existencia se en-
carga después de cambiar muchas
cosas, de darles vuelta con la apa-
rición de imprevistos y problemas o
asuntos inesperados”.
Como lo postula el prestigioso
psicólogo, el orden debe organizar
el tipo de vida de una persona, de-
finir prioridades y, a partir de ellas,
organizar lo que se habrá de hacer y
lo que no; lo que tendrá prevalencia
y lo que será secundario. Además,
desde un punto de vista estricta-
mente práctico, el orden nos hará
lograr un alto nivel de eficiencia en
casi todas las áreas de nuestra vida.
El orden es el principio básico de
la disciplina, y esta última está direc-
tamente vinculada con la voluntad;
es decir, una persona desordenada
es incapaz de tener disciplina y, con-
secuentemente, carece de voluntad.
Esa secuencia hace que sea imposi-
ble esperar de ella seguridad, domi-
nio sobre sí misma y firmeza.
Creativo, no anárquico
Suele pensarse, erróneamente, que
al limitar la improvisación quien pla-
nifica su vida y sus acciones cotidia-
nas carece de creatividad. Todo lo
contrario. Ya que es imposible, tal
cual señalaba Rojas en el párrafo
que reprodujimos, que los imprevis-
tos y las cuestiones inesperadas no
aparezcan a cada paso, solo la clara
conciencia del rumbo que seguimos
y las prioridades que tenemos nos
permitirán ser eficientemente crea-
tivos y no deambular entre alternati-
vas contrapuestas. La creatividad, al
ponerse en marcha al servicio de una
meta claramente establecida, será
mucho más rica y poderosa; no se
perderá en laberintos improductivos.
Ponga orden y salga a ganar
Definiciones
Orden es un término que no solo tiene
varias definiciones, sino que se emplea
en distintas esferas del quehacer huma-
no. “Colocación de las cosas en el lugar
que les corresponde”, o “método que
se utiliza para hacer algo”, son algunas
de las definiciones más generales. Pero
la palabra también tiene connotaciones
propias en la biología, en la sociología,
en las matemáticas, etc.
Otra creencia equivocada —que
suelen blandir, precisamente, las
personas desordenadas— es que el
momento que nos tomamos para
planificar las acciones del día, para
decidir prioridades y para asignarles
lapsos determinados a las distintas
tareas es una pérdida de tiempo.
Por el contrario, esos minutos son
responsables de todos los otros que
ahorramos cada jornada al recorrer
un itinerario previsto, encadenar
acciones y tareas según un plan
organizado y, en fin, al seguir una
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