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“Todos los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar”. Eugene Ware
Así, un gesto de sabiduría es,
precisamente, saber administrar las
fuerzas para que nos acompañen a
lo largo de todo el sendero.
Esta tarea de administración de
energía, si bien está determinada
básicamente por nuestro autocono-
cimiento, también está regida por
otro factor que influye de manera
sustancial en casi todas las áreas de
la mente y las emociones: el orden.
Hemos dicho que el ímpetu es un
movimiento fuerte y acelerado, por
lo cual corre el peligro de ser dis-
perso; es decir, que empuje en di-
ferentes direcciones y neutralice su
efecto. Dependerá de nosotros, de
nuestro propio orden mental, que
el ímpetu acompañe prolija y conse-
cuentemente cada una de nuestras
acciones encaminadas a obtener el
logro propuesto.
Haga este ejercicio:
– Anote solo una de las metas que
se propone lograr.
– Considere cuánta fuerza está dis-
puesto a poner en alcanzarla.
– Imagine el peor obstáculo que
pueda atravesársele.
– Visualícese superándolo.
Si ya se convenció de que es ca-
paz de superar lo peor, tendrá el
ímpetu necesario para llegar. Y si
lo administra bien le sobrará para el
próximo objetivo.
Pero, antes que nada, es necesa-
rio el orden en la secuencia de las
acciones y el orden en los objetivos.
El orden es una malla reguladora
que habrá de lograr que, en efecto,
todo nuestro ímpetu funcione como
el vapor dentro de la caldera. León
Trotsky proclamaba que el vapor sin
Palto
El ímpetu en pos del logro
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